Adiós
moderno Ulises,
duende vagabundo
que no buscas Itaca
porque esa ya alberga en tus vísceras.
Adiós
aventurero de la buene suerte.
Siempre te sea leve el camino
y fácil infundir el amor
en el alma
de los amigos que errando encontrarás.
Adiós
guía de pasajeros momentos oscuros;
no puedo sentir tristeza al despedirme de ti:
hasta en el final abrazo
me contagiará la hermosura de tu espíritu.
Sonreiré
al verte desaparecer detrás de la esquina,
sabiendo que para siempre
llevaré conmigo esa huella
que en mi has dejado.
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